Conciencia tranquila


“Huye el impío sin que nadie lo persiga; más el justo está confiado como un león.”
Proverbios 28:1

Hoy todo el mundo está corriendo para todos lados. Si observamos vemos que nadie corre a nadie, cada uno corre sin tener nada que lo persiga. Pero si nuestra mirada es más profunda, nos damos cuenta de que si hay algo que persigue. Es la conciencia. Y casi todos tratan de huir lo más lejos que pueden de esa voz que causa miedo, depresión, angustia, sentimientos de soledad, impotencia, culpa.

Y hay una mala noticia, si la conciencia acusa, es que algo mal seguro hemos hecho. Pero como buenos seres humanos que somos, la mayoría de las veces tratamos de huir de lo que hicimos mal y no enfrentamos con responsabilidad las causas y consecuencias de nuestro accionar.

Si hoy estamos dando pasos firmes en el Señor, no tenemos de que huir, ni motivo por el cual salir corriendo, por lo contrario, con la autoridad que tenemos como Hijos de Dios tenemos que enfrentar cada pensamiento y sentimiento que pretenda derribarnos.

Si nuestro comportamiento y accionar se condice con las características de Hijos de Dios, nunca tendremos motivos de que avergonzarnos, ni excusa para que el diablo nos acuse y podremos estar parados delante del Señor como varones y mujeres de verdad y fe.

Hoy quiero decirte. ¡Deja de huir! ¡No corras más! Es mejor dar la media vuelta y comenzar enfrentar a los gigantes que pretenden amedrentarte. Corrige lo que está mal. Afírmate en la victoria de Cristo. Lucha sin temor. Esta es la guerra espiritual que te toca ganar.


Quiero animarte a que vivas el poder del evangelio, seguí los pasos de Cristo y siempre tendrás una conciencia tranquila y ya no habrá nada que te persiga. El justo debe estar confiado como un León.

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