“vosotros también, poniendo toda diligencia
por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al
conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia,
piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si
estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin
fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.”
2 Pedro 1:5-8
La fe mueve montañas, pero es
necesario que a nuestra fe le vayamos añadiendo algunos ingredientes que son
necesarios para ser personas que no solamente creen, sino que también son
instrumentos para llevar el amor de Dios a su entorno.
Cada uno de estos ingredientes son
los que van a darle un valor agregado a nuestra caminar diario y serán aquellos
que van a influenciar nuestra vida y la de otros al mismo tiempo.
Hoy en día muchos son los que
creen. Pareciera ser que el “creer” no es un problema. Pero también vemos que
muchos de los que creen no tienen una transformación notoria de sus conductas y
hábitos.
Para que ello suceda, es que
debemos incorporar los ingredientes que Pedro nos receta.
Repasemos cada elemento:
-
Fe: Sin ella
es imposible agradar a Dios.
-
Virtud: Esto es excelencia moral. Lo
valores y la ética que es correcta.
-
Conocimiento:
No podemos pretender creer en un Dios del cual conocemos muy poco.
Preocupémonos por conocer cada día más a Dios.
-
Dominio propio:
Debemos aprender a sujetarnos, a tomar el control cuando suceden cosas que
pretenden desestabilizarnos. Que no nos controle el miedo, el dolor, el
sufrimiento, la ira, el odio, ni ninguna otra cosa.
-
Paciencia:
Aprender a esperar en Dios. Las pruebas nos entrenan a ser pacientes.
-
Piedad: Esto
no tiene que ver con misericordia sino más bien piedad en el sentido de “sumisión y/o devoción a Dios”
-
Afecto fraternal:
De en cuanto nosotros dependa, estemos en paz con todos los que nos
relacionamos.
-
Amor: Quien
mejor que Dios que es amor, para que nos enseñe a amar.
Esto no es algo que sucede una vez
y es para siempre, sino que cada día de nuestra vida, tenemos que agregarle un
poquito más de cada ingrediente.
Si nos disponemos a participar de
este ejercicio de vida, el Apóstol Pedro culmina diciendo que no vamos a estar
“ociosos ni sin fruto” (v.8) en el conocimiento de Dios. Esto significa que si
hemos conocido a Dios esto debe producir cambios, y para que existan estos
cambios, esta receta es necesaria.
Hoy te animo que puedas agregar a
tu fe, cada uno de estos elementos. Día a día decididos a incorporar todo
aquello que nos hará crecer en el Señor para la gloria y la honra de su nombre.
Pr. Damián Weigandt
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