Oremos por nuestra familia
Te invito a prestar atención a las siguientes palabras que
corresponden a la enseñanza del apóstol Pablo sobre la familia.
“Es más, sométanse unos a
otros por reverencia a Cristo. Para las esposas, eso significa: sométase cada
una a su marido como al Señor, porque el marido es la cabeza
de su esposa como Cristo es cabeza de la iglesia. Él es el Salvador de su
cuerpo, que es la iglesia. Así como la iglesia se somete a Cristo, de igual manera la
esposa debe someterse en todo a su marido. Para los maridos, eso
significa: ame cada uno a su esposa tal como Cristo amó a la iglesia. Él
entregó su vida por ella a
fin de hacerla santa y limpia al lavarla mediante la purificación de la palabra
de Dios. Lo hizo para presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin
mancha ni arruga ni ningún otro defecto. Será, en cambio, santa e intachable.
De la misma manera, el marido debe amar
a su esposa como ama a su propio cuerpo. Pues un hombre que ama a su esposa en
realidad demuestra que se ama a sí mismo. Nadie odia su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida
tal como Cristo lo hace por la iglesia. Y nosotros somos miembros de su cuerpo. Como dicen las
Escrituras: «El hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y
los dos se convierten en uno solo». Eso es un gran misterio, pero ilustra la
manera en que Cristo y la iglesia son uno. Por eso les repito: cada hombre debe amar a su esposa como se
ama a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.
Hijos, obedezcan a sus padres
porque ustedes pertenecen al Señor, pues esto es lo correcto. «Honra
a tu padre y a tu madre». Ese es el primer mandamiento que contiene una promesa:
si honras a tu padre y a tu madre, «te
irá bien y tendrás una larga vida en la tierra». Padres, no hagan enojar
a sus hijos con la forma en que los tratan. Más bien, críenlos con la disciplina
e instrucción que proviene del Señor.”
Efesios
5:21-6:4
Esta
enseñanza de Pablo debería ser un parámetro para poder vivir en unidad y con
afecto fraternal dentro de nuestras familias. Creo que estas palabras nos
pueden ayudar a formar un hogar próspero y alegre.
Cuando
cada parte que conforma la familia cumple con su deber, privilegios y
responsabilidad, está colaborando con la sana conformación de un hogar conforme
la voluntad de Dios.
Pero
hoy existe un gran inconveniente y problema. Los roles y el deber de cada
integrante de las familias actuales se ven trastocados por la problemática social,
cultural, y más que en la actualidad atravesamos.
Es
por ello que te animo a que no dejemos de orar por nuestras familias.
Se
debe restaurar el plan original de Dios para el hogar y para ello clamemos en oración
para que esto ocurra. Si tenemos familias sanas, tendremos una iglesia sana, y
aún mejor una sociedad sana.
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